Algo tan noble como el deporte no debería ser mezclado con algo tan vilipendiado como la política, debido a que el deportista no debería ser nunca el motor propagandístico de nadie ni de ninguna ideología que manche su honor o del deporte que este practique.
El deporte fue creado para que, quienes lo practiquen, muestren sus destrezas y crezcan como personas íntegras, pero lamentablemente, al igual que todo lo creado por el hombre, esta actividad puede llegar a ser corrompida, debido a la mala utilización de los éxitos deportivos, los cuales, en ocasiones, son usados por y para el beneficio de individuos inescrupulosos, los cuales consideran solo su bien y nunca el del colectivo.
En ocasiones, la política ha tenido, lamentablemente, el afán de aprovecharse de los eventos deportivos que se organizan para demostrar el poderío de una nación, de una ideología o para tratar de cambiar la opinión de las personas. En algunos casos, Copas Mundiales de Fútbol, olimpiadas, entre otros eventos deportivos, han sido celebrados para tratar de potenciar regímenes u ocultar situaciones escabrosas, relacionadas con la política.
Juegos Olímpicos
En el caso de las olimpiadas, las efectuadas en Berlín (1936) y Múnich (1972), fueron usadas por personas inescrupulosas para demostrar su poderío o enseñar sus ideales mediante el terror.
En 1936, la Alemania nazi organizó los undécimos Juegos Olímpicos de la historia. Con la realización de este evento, los organizadores querían demostrar su progreso como nación, además de su errada supremacía del hombre ideal, pero eso se vio frenado, en seco, por los logros del estadounidense Jesse Owens, un afroamericano que arrasó (logró cuatro medallas de oro) durante los eventos de atletismo.
En 1972, Alemania volvió a organizar unas olimpiadas para tratar de demostrar que el país era totalmente distinto al que había organizado el evento 36 años antes, pero lamentablemente la política se entrometió nuevamente, tiñendo esta vez de sangre (secuestro y asesinato de 11 atletas israelís) un evento que debió ser una celebración de la unión y la paz mundial.
Copas Mundiales de Fútbol
Respecto a las Copas Mundiales de Fútbol, las ediciones de Italia 1934 y Argentina 1978, para tomar dos casos más representativos, fueron fachadas para demostrar el poderío de un Estado y el ocultamiento de la verdad, por parte de gobiernos, que querían aparentar ante el mundo lo que no eran.
En el Mundial de Fútbol celebrado en Italia, en 1934, Benito Mussolini y el fascismo, luego de 12 años en el poder, estaban en su esplendor en el país de la bota, y qué manera más idónea de dar a conocer sus logros que realizando la Copa del Mundo, y dándole la oportunidad a su combinado nacional de vender al exterior los logros e ideales de su sistema político.
“El deporte fue creado para que, quienes lo practiquen, muestren sus destrezas y crezcan como personas íntegras”.
Ese mundial tuvo su sombra oscura debido a las amenazas que recibió el combinado trasalpino para que ganará el torneo, así como a los árbitros que debían impartir justicia en el evento, lo que significó que el equipo anfitrión fuese acusado de tener arbitrajes favorables durante este torneo internacional, sembrando siempre la duda de si fue justa o no que Italia gane la Copa del Mundo.
En Argentina 1978 y en medio de una de las peores dictaduras (gobierno de Jorge Rafael Videla) que ha vivido Latinoamérica, se desarrolló una de las Copas del Mundo más polémicas de la historia, en el que la selección anfitriona logró su primer campeonato. Mientras este torneo se desarrollaba, las desapariciones forzosas y las torturas a los que eran sometidos una gran cantidad de ciudadanos argentinos se continuaban realizando, pero el gobierno de este país, con la realización del citado certamen quería mostrar a la comunidad internacional una falsa sensación de normalidad.
Políticas deportivas para ocultar realidades
Los ejemplos citados de las Copas Mundiales de Fútbol o los Juegos Olímpicos, han sido utilizados como herramientas políticas y para tratar de ocultar las realidades que se desarrollaban en los países sedes de estos certámenes, y de aparentar, ante la comunidad internacional, una sensación de normalidad que no existía.
Lamentablemente, los eventos deportivos seguirán siendo usados como arma propagandística, por parte de gobiernos inescrupulosos, que querrán vilipendiar el espíritu sanador del deporte. Por eso, siempre tenemos que ser críticos y estar atentos a que estos eventos se realicen en ambientes donde cualquier persona, sin importar su credo, raza u orientación sexual, tenga su espacio para desarrollar su pasión sana por el deporte, pero levantando la voz antes que se elijan los lugares en los cuales se van efectuar y no esperar la proximidad de un evento deportivo para levantar la voz.