A pocos días de la llegada de la Navidad, el papa Francisco manifestó que la Virgen María dona a su prima Isabel “la alegría de Jesús, la alegría que llevaba en el corazón y en el vientre”.
De esta manera, María “proclama sus sentimientos” y va en busca de su prima porque “se levantó y se fue”, exclamó el sumo pontífice minutos antes del rezo del Ángelus este domingo.
“En el último tramo del camino del Adviento dejémonos guiar por estos dos verbos: levantarse y caminar con prontitud, son los dos movimientos que María hizo y que nos invita también a nosotros a hacer en vista de la Navidad”, aseguró.
Su santidad -añadió- que pese a “su embarazo inesperado que la exponía a incomprensiones y también a penas severas, incluso a la lapidación, en la cultura de aquella época”, María no se desanimó ni desesperó, sino que se levantó.
“No mira hacia abajo, hacia los problemas, sino a lo alto, hacia Dios. Y no piensa a quién pedir ayuda, sino a quién ayudar”, expresó el santo padre en referencia a la conducta de María, quien pensó “siempre en las necesidades de los demás”.
“Aprendamos de la Virgen esta forma de reaccionar: levantarnos, sobre todo cuando las dificultades amenazan con aplastarnos. Levantarnos, para no empantanarnos en los problemas, hundiéndonos en la autocompasión o cayendo en una tristeza que nos paraliza. Pero ¿por qué levantarnos? Porque Dios es grande y está preparado para levantarnos si nosotros le tendemos la mano”, subrayó.
El obispo de Roma dijo a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro (Ciudad del Vaticano) que debemos imitar el ejemplo de María, mirando a nuestro alrededor y buscando a “alguna persona a la que podamos ser de ayuda”, como un anciano u otra persona, brindándole un favor. “Ayudando a los otros, nos ayudaremos a nosotros mismos a levantarnos de las dificultades”, advirtió.
“Un rostro sereno y sonriente”
En otro momento de su alocución, sobre el segundo movimiento “caminar con prontitud”, Francisco precisó que nuestras jornadas deben realizarse “con paso alegre, mirando adelante con confianza, sin arrastrarnos con desgano, sin ser esclavos de las lamentaciones”, porque “las quejas te llevan a buscar siempre alguien a quien culpar”.
Adicionalmente, comentó que “si procedemos con el paso cansado de los gruñones o de los chismorreos, no llevaremos a Dios a nadie, solamente llevaremos amargura y cosas oscuras. Hace mucho bien, sin embargo, cultivar un sano sentido del humor”, por eso, pidamos también “la gracia del sano humorismo”.
“No nos olvidemos de que el primer acto de caridad que podemos hacer al prójimo es ofrecerle un rostro sereno y sonriente. Es llevarles la alegría de Jesús”, finalizó el romano pontífice.
Con información de Vatican.va.