En el día de la solemnidad de San Pedro y San Pablo, el papa Francisco manifestó que, en el primero de los citados, está “la fuerza de la roca, la fiabilidad de la piedra y la pequeñez de una simple piedrita”.
“[Pedro] No es un superhombre: es un hombre como nosotros, como uno de nosotros, que dice ῾sí᾿ a Jesús con generosidad en su imperfección”, acotó.
En seguida, el sumo pontífice dijo que, en Pedro, Pablo y todos los santos, “aparece que Dios, quien nos hace fuerte con su gracia, nos une con su caridad y nos perdona con su misericordia”, y con todos ellos “el Espíritu forma la Iglesia”.
“Pedro y Pablo eran personas reales, y nosotros, hoy más que nunca, necesitamos personas reales”, expresó el papa minutos antes del rezo del Ángelus.
Roca, piedra y piedrita
En su alocución desde la ventana del Palacio Apostólico, Francisco, en alusión al significado de Pedro (roca, piedra o piedrita), advirtió: “A partir de la roca: ¿hay en nosotros ardor, celo, pasión por el Señor y por el Evangelio, o es algo que se desmorona fácilmente?”.
“Y luego, ¿somos piedras, no piedras de tropiezo, sino piedras de construcción para la Iglesia? ¿Trabajamos por la unidad, nos interesamos por los demás, especialmente por los más débiles? Por último, pensando en la piedrita: ¿somos conscientes de nuestra pequeñez? Y, sobre todo: en nuestras debilidades, ¿nos confiamos al Señor, que realiza grandes cosas con los que son humildes y sinceros?”, sostuvo.
Según el obispo de Roma, Pedro es una roca porque “en muchos momentos se muestra fuerte y firme, auténtico y generoso”, en otra ocasión “se sumerge en el mar para ir rápidamente al encuentro del Resucitado”, y también “con franqueza y valentía, proclama a Jesús en el Templo, antes y después de ser arrestado y azotado”.
“¿Trabajamos por la unidad, nos interesamos por los demás, especialmente por los más débiles?”.
Adicionalmente, el pontífice señaló que el mencionado apóstol es “una piedra, apta para ofrecer apoyo a los demás: una piedra que, cimentada en Cristo, sirve de apoyo a los hermanos para la edificación de la Iglesia”.
Luego indicó que Simón Pedro, como se llamó el discípulo de Jesucristo, también fue piedrita porque “a menudo emergía su pequeñez”.
“A veces, [Pedro] no comprende lo que hace Jesús. Ante su arresto, se deja vencer por el miedo y lo niega, luego se arrepiente y llora amargamente, pero no encuentra el valor de permanecer bajo la cruz. Se esconde con los demás en el cenáculo, por miedo a ser apresado”, exclamó su santidad dirigiéndose a los fieles congregados en la plaza de San Pedro.