En su reciente visita apostólica a Bélgica (previa estadía en Luxemburgo), el papa Francisco dijo que la Iglesia católica “ofrece a las personas, a las familias, a las sociedades y a las naciones, una esperanza antigua y siempre nueva”.
Durante el encuentro con las autoridades y con la sociedad civil de Bélgica, el papa sostuvo que la presencia de la Iglesia católica “ayuda a todos a afrontar los desafíos y las pruebas, sin entusiasmos volátiles ni pesimismos sombríos, sino con la certeza de que el ser humano, amado por Dios, tiene una vocación eterna de paz y de bien, y no está destinado a la disolución ni a la nada”.
“La Iglesia se reconoce siempre como discípula, que con temor y tremor sigue a su Maestro, reconociéndose santa en cuanto fundada por Él y, al mismo tiempo, frágil -santa y pecadora- e insuficiente en sus miembros, siempre carente y superada por la tarea que le ha sido confiada”, acotó.
“La Iglesia anuncia una Noticia”
En su alocución, realizada en el Castillo Real de Laeken (residencia de Felipe de Bélgica, el Rey de los belgas) Francisco manifesto: “La Iglesia anuncia una Noticia que puede colmar de alegría los corazones y, con las obras de caridad y los innumerables testimonios de amor al prójimo, busca brindar signos concretos y pruebas del amor que la mueve”.
“La Iglesia se reconoce siempre como discípula, que con temor y tremor sigue a su Maestro”.
“Vive [la Iglesia católica] en lo concreto de las culturas y mentalidades de una determinada época, que ella contribuye a dar forma o que, de algún modo, en ocasiones la somete; y no siempre comprende y vive el mensaje evangélico en su pureza y plenitud. La Iglesia es santa y pecadora”, añadió.
Asimismo, el obispo de Roma expresó que la Iglesia “vive a menudo con resultados de gran generosidad y espléndida dedicación, y a veces, lamentablemente, con la irrupción de dolorosos antitestimonios”.
“La esperanza es un regalo de Dios”
En otro momento de su discurso, y en alusión al lema de su visita a Bélgica (“En camino, con Esperanza”), el sumo pontífice refirió: “La esperanza no es una cosa que se lleva en la mochila durante el camino, no, la esperanza es un regalo de Dios, quizás es la virtud más humilde -decía el escritor- pero es la que nunca falla, es la que nunca defrauda”.
Agregó que “la esperanza es un don de Dios y se lleva en el corazón” y, además, esta virtud teologal es un “don del Espíritu Santo” que los católicos debemos solicitarlo y recibirlo de la tercera Persona de la Santísima Trinidad.
Fuente: Vatican.va.