Las democracias latinoamericanas se caracterizan por ser frágiles y de baja calidad, porque no estamos satisfechos con aquellos gobernantes que elegimos. Así lo manifestó Andrés Malamud, investigador en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa.
En su presentación realizada en la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE) 2024, en la ciudad de Arequipa (Perú), el reconocido politólogo afirmó que América Latina “es uno de los continentes más homogéneos en el mundo”.
“En Asia y en África hay menos democracias. No estamos tan mal formalmente, estamos mal a nivel de satisfacción. Nuestras democracias resisten, pero no funcionan bien. El Perú tiene estabilidad económica e inestabilidad política”, acotó.
Aseguró que, en América Latina, de 20 países, solo cinco tienen gobiernos autoritarios: Cuba, Venezuela, Nicaragua, El Salvador y Haití.
“La clave es la geopolítica”
En otro momento de su ponencia, Andrés Malamud consideró que tener democracia y Estado de derecho dependen de América Latina, y también pasa por nuestro continente no contar con ambas condiciones. En cambio, “tener desarrollo en América Latina depende del mundo, no es nuestra decisión”.
“Hay muchas teorías sobre el desarrollo económico [entre ellas], la geografía, las instituciones y las políticas públicas. La clave es la geopolítica. El desarrollo es una cuestión de poder, el desarrollo tecnológico en los [países] pioneros y patear la escalera para que no suban los [países] de abajo”, sostuvo.
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Para el especialista en política exterior, integración regional y política latinoamericana, las naciones desarrolladas “son los descendientes de los pioneros, sobre todo, Inglaterra y sus rivales en Europa, o aquellos que los pioneros consideraron estratégicos para su propia defensa o su propio mercado”.
A manera de ejemplo, indicó que “no hay ninguna razón para pensar que las instituciones griegas son más eficientes que las uruguayas”, asimismo, que no hay motivo “para pensar que Grecia sería un país desarrollado si estuviera en América Latina, o que Uruguay no sería un país desarrollado si estuviera en Europa”.
“Con estas limitaciones, podemos hablar de democracia y Estado de derecho, sin esperar que ambos causen desarrollo”, puntualizó.
“La COVID-19 acentúo la desigualdad”
Sobre la desigualdad de ingresos, Malamud señaló que, “a pesar de la fuerte [falta de igualdad]”, durante los años 2000, “esta sigue siendo elevada”.
“Nuestras democracias resisten, pero no funcionan bien”.
“La pandemia golpeó la región en medio de un fuerte malestar social. La COVID-19 acentúo la desigualdad. Una realidad subyacente de enorme insatisfacción, con mejoras materiales”, advirtió.
Respecto a la informalidad en los países latinoamericanos, el doctor en Ciencias Sociales y Políticas, mencionó que “es una característica fuerte de nuestra región” y que América Latina es la zona “más violenta del mundo en tiempos de paz”.